Bueno, fin de semana de libro, de novela intensa de esas que a mi me gustan, de empezar a contar y contar y después de rellenar todos los folios del mundo y creer que ya lo has escrito todo, te das cuenta de que se te ha olvidado la mitad de la historia. Por eso, como ni aquí están todos los folios del mundo, ni quiero contarlo todo para que se me olvide la mitad, cuento sólo lo (más) importante. En primer lugar, corroborar algo que ya se sabe: PRIMER PREMIO en el concurso de Martos del viernes. Inimaginable viendo el nivel tan bueno de chirigotas que había, por lo que hay que reconocer, sin pecar (más) de prepotentes, que supo a pura gloria ese primer premio, y cuando, convencidos de que no conseguiríamos nada, el presentador dijo que lo habíamos ganado nosotros, la alegría se multiplicó por mil y... ¡BOTELLÓN!¡BOTELLÓN!¡BOTELLÓN! Así que desde aquí dar las GRACIAS a toda la gente que nos ha apoyado, animado, felicitado e incluso odiado por ganar ese premio: GRACIAS.
Y con los trastos revueltos en demasiados coches tiramos para Jaén el sábado a cumplir con nuestra actuación de seminales y... COLEGA ¿DÓNDE ESTÁ MI COCHE? Una anécdota más para la colección que hemos de contarle a nuestros nietos, un historia que para ser contada correctamente se tendría que entregar por fascículos, y puesto que aquí no estamos por la labor, la dejamos para la memoria del grupo que creo que la recordará durante algún tiempo. Por lo demás, muy buena actuación en un teatro donde se palpa a un público que se entrega (¿más?) por el carnaval.
Así que el domingo solo quedaba volver a ese teatro para palparlo, aunque esta vez como público y dar nuestro apoyo a esos banqueros jorobaos que han demostrado que el carnaval tosiriano se puede y se debe escuchar fuera de nuestras fronteras (a ver, soy un Bien Kedao). Y de vuelta al hogar se esperaba el veredicto del jurado de Jaén para saber quién pasaba y quién no a la Final del Infanta Leonor, una noticia que llegaba en forma de llamada telefónica (curiosa forma de darla), y que al final, a pesar de la euforia del viernes, era algo esperado y es que NO pasamos a la Final. Gran dosis de humilditis para el grupo, que nunca viene mal pero que siempre jode, para qué engañarnos. A ver, para el sábado que viene siempre nos quedará la Gran Final del Lancelot, en la que siempre somos campeones, y ya de paso disfrutamos más de nuestro carnaval en la calle que nos lo merecemos.
Al final, aunque parezca largo el relato de este fin de semana, que sepáis que sólo se ha quedado escrito lo (más) importante, porque se han vivido emociones que aun teniendo todo el tiempo y el espacio del mundo, no hubieran podido ser descritas ni por el mejor de los poetas.
¡Qué populachero soy! Un saludo.
A. K.
... vamos a reirnos un rato, vamos a liarla, vamos a rajar... que ESTO ES CARNAVAL